jueves, 11 de octubre de 2012

Ruth está enfadada, y cuando ella está así es mejor acercarse sigilosamente, rollo Frank de la Jungla ante un animal peligroso, y tantear el terreno antes de hablar con ella. Porque tela de la mala leche. Admito que la culpa ha sido mía, durante mis veinte años de vida no he tenido una percepción espacio-tiempo muy buena, lo que otros llaman que siempre llego tarde si hay que madrugar, y cuando empecé la universidad el poco tiento con los horarios matutinos que tenía se fue directamente a la mierda. Ella y yo vamos juntos para un trabajo presencial, y he llegado veinte minutos tarde.

-Eres un capullo, que lo sepas. A la próxima te metes los deberes por el culo y yo me voy con cualquier otro. 

Es su forma amable de decir: te quiero y por eso te paso cosas como éstas. Pero no le pidas a Ruth que sea cariñosa, por Dios, que lo mismo te rompe los dientes. 

Ruth fue mi primera amiga en la universidad, y es como una especie de hermana para mi, o una pseudo madre. No se, está más cuerda que mi madre y tiene más sentido común, así que puedo considerarla como algo así, aunque tenga un año menos que yo. El caso es que desde que a Jota lo cambiaron a turno de tardes, solo estamos ella y yo en clase, así que nuestra relación se ha estrechado. Podría decirse que después de dos años es algo así como una de mis mejores amigas, con permiso de Helena, claro. 

-Anda no te piques, que yo te quiero mucho -le dijo, utilizando un tono cani muy evidente. 

Ella me dirige una de sus miradas de asco absoluto. 

Ruth es una tía que viste raro. A ver, ella es más o menos como yo de alta, y encima suele ponerse plataformas negras que la hacen el doble de alta, y utiliza más sombra de ojos que Billy Joel Amstrong, Jared Leto y Gerard Way juntos, así que figúrate. Es rubia natural, pero se lo aclara, en plan platino, y tiene unos ojos muy muy azules. Es una mezcla entre hipster y gótica muy extraña, pero está buena. No es mi tipo, pero lo está. Así que ahora me mira con sus quince centímetros extra desde lo alto con cara de perros. 

-Vete a la mierda, capullo. 

Sonrío de lado y me quito la gorra. Cómo pasa el tiempo. 

Hace casi tres años que no escribía nada en el diario, desde que terminé el instituto. Y han pasado tantas cosas desde entonces que enumerarlas todas sería una pérdida de tiempo a la par de redundante. Puedo resumirlo en que ahora estudio dos carreras a la vez, ésta por las mañanas y Cine por las tardes. Me relaciono con gente que no está bien de la cabeza y de mis anteriores amigos solo mantengo contacto con Helena y, por descontado, con Danny. Aunque ambos estén en el extranjero y los vea de uvas a peras. 

Me junto con un grupo amplio, algo raro en mí porque siempre he sido de poca gente. Ruth y Jota, de mi carrera de las mañanas, y las locas de Anne y Clara, de por las tardes. Éstas dos últimas se metieron en cine porque una estudia Arte Dramático por las mañanas y la otra le da al baile, y tendrías que ver como están de la cabeza. Pero me lo paso bien con ellas, son majas. De vez en cuando se nos junta un amigo de Jota, Carlos, que es algo rancio pero el tío tiene una hierba que te cagas. Además le mola la buena música y siempre hay tema de conversación. Podría decirse que desde que estoy en la universidad mi vida social ha aumentado de una forma desproporcionada, y no me quejo.

El año pasado tuve otra novia, después de Silvia estuve como año y medio sin tener nada con nadie, empalmar a una terrorista emocional y a una loca sociópata no fue buena idea. Aunque a la tercera no fue la vencida, me topé con Andrea, que era una mezcla muy mala entre Carla y Silvia y acabó tocándome bastante los huevos. Pero no voy a indagar mucho en esa historia ahora mismo, como dice el padre de Danny con su acento de Cambridge: agua pasada no mueve molinos. 

Si me preguntas por mis padres... bueno, mamá sigue siendo una loca consumista adicta al Malboro y a Sexo en Nueva York que vive para arruinarle la existencia a mi padre, y éste ha encontrado trabajo pero continua siendo un calzonazos utópico que intenta sobre cualquier cosa convertirme al veganismo.  Lo típico vamos.

Sobre Danny y Helena, hablo con ellos por Skype. De vez en cuando voy a ver a Danny a inglaterra, y de vez en cuando él me despierta a horas intempestivas de la madrugada llamándome a cobro revertido para decirme alguna gilipollez. Seguimos siendo igual de amigos a pesar de la distancia, de hecho él conoce a mis nuevos colegas, y se lleva bastante bien con Ruth, dice que le gusta su hijoputismo. Como no.

Hablando de Ruth, su mirada de odio va en aumento a medida que yo me empano más en mis propios pensamientos. Yo la miro.

-¿Qué pasa?

Ella chasquea la lengua. 

-Eres imbécil. Por cierto, Jota me ha dicho que vayamos ésta tarde de birras con algunos de los de por la tarde ¿te apetece o qué? ¿Tienes clase ésta tarde?

-Acabo a las seis -le digo. Benditos jueves, normalmente salgo a las nueve. Y no mola nada levantarte a las ocho y salir a las dos de una carrera y luego entrar a las tres y media y salir a las nueve de otra. Entre viaje y viaje he adelgazado diez kilos en los últimos dos años. Voy a desaparecer-. Me parece guay. ¿Donde?

-Saint Patricks, el de siempre. 

-Guay.

Es un guay de: voy a tope de sociabilidad y me la suda tener que cruzarme media ciudad en bici para llegar a un sitio carísimo. 

Chasqueo la lengua y me froto las manos mirando a Ruth.

-Bueno rubia ¿por dónde empezamos?

Ella enarca una ceja y con el tono más borde que encuentra me contesta:

-Tú por el suelo, tapón. 

Y ahora es ella la que ríe y yo el que le echo una mirada de esas que acribillan a balazos imaginarios a quien las recibe. Y Ruth, viendo mi reacción, como buena cabrona que es, suelta una carcajada que se oye en toda la clase. 

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