martes, 23 de octubre de 2012

Danny está apoyado sobre el quicio de la puerta, descargando toda su parte derecha en el hombro. Los brazos cruzados sobre el pecho, un polo de Lacoste azul claro bajo un jersey de Lacoste también azul, pero éste oscuro. Su mirada es la misma de siempre, la de hijo de puta con cara de niño, solo que ya no tiene cara de niño. Se ha cortado el pelo, y le hace mayor. Aunque, como de costumbre, va perfectamente afeitado. 

Sus quince maletas están a su lado, en el rellano. Y él me dice.

-Cariño, ya estoy en casa. 

Y coge un par de bolsas de mano y entra en el piso como si ésto fuese Casa Pepe. Que para él, en realidad, lo es. 

-Joder, que buen clima hace aquí. En la señora England está nevando que te cagas -comenta desde dentro.

Estamos a veintidós de diciembre y Danny ha aparecido en mi casa de repente, se ha sentado en mi sofá y está bebiendo de mi vino malo. Algo que nota al instante.

-Tío, deja de comprar el alcohol en Consum joder, menuda mierda. 

Deja la botella sobre la mesa y se limpia la boca. Se cruza de piernas y me mira.

Yo le miro.

Él se pone serio.

Yo enarco una ceja.

Él alza las suyas, suplicante.

Yo niego con la cabeza.

Él pone cara de cría de foca apunto de ser degollada.

Yo niego con la cabeza. 

-Va, porfa, que ha sido un viaje muy largo -suplica.

Yo niego con la cabeza.

-Va, solo un par.

Yo niego con la cabeza.

-Eres un cabrón.

Yo asiento con la cabeza.

-Eres lo peor. 

Se levanta, resignado, y llega hasta mi posición, saliendo al rellano y cogiendo dos de sus maletas. Al ver su gesto de responsabilidad, me compadezco de su ineficacia para las tareas comunes de persona normal y le cojo otra maleta.

-¿Ves? Así sí -le digo.

Danny coge la última maleta y ambos entramos en mi casa. Una vez acomodados en el sofá, Danny me dice.

-Voy a comprarte alcohol de verdad, lo que tienes en tu casa debe ser cancerígeno.

-El alcohol de por sí es cancerígeno -le corrijo. 

-Ya, pero el buen alcohol lo es menos. 

Pongo los ojos en blanco. Pese a que actualmente mi economía me permite comprar alcohol del bueno, no me apetece gastarme el dinero en ello. Además me he habituado al vino malo y le he encontrado su regusto bueno. Es algo así como el placer de lo asqueroso. Será que últimamente solo leo Bukowski, quién sabe. 

-¿Qué coño haces en mi casa, tío?

Danny se lleva las dos manos al pecho. Ya empezamos.

-¿Éstas son formas de saludar a tu mejor amigo, casi tu hermano, al que no ves desde hace tres meses?

Cojo la botella de vino malo y le doy un trago.

-En fín ¿Qué coño haces en mi casa? -Repito, con el mismo tono. 

Danny me fulmina con la mirada, se acomoda en el sofá y me dice:

-Mamá se ha ido a Miami por navidad y papá está en Tokio. Estoy solo, como Macaulay Culkin. Pensé que te agradaría evitar que acabe en las drogas -y entonces pone su tono súper dramático, ese que ha aprendido en las telenovelas que ve su madre-. No me dejes solo en casa. Yo no lo haría. 

Lejos de exasperarme por sus bromas estúpidas y carentes de gracia, o de mandarlo a la mierda por hacerme perder el tiempo, opto por aquello que más le joroba: pasar de sus tonterías e ir al grano. 

-¿Y Helena? ¿Ya os habéis divorciado?

Internamente espero que no. He deducido que Danny y Helena, empezando a salir a sus veinte años, durarán una media de séis a ocho años juntos. En ese tiempo tendrán un hijo y habrá una boda. Luego vendrá el drama de la separación y la repartición de bienes. Aunque ni Helena es de las que desplumarían a su ex marido, ni Danny tan tonto como para cometer el mismo error que su padre y no separar los bienes matrimoniales. 

-No tío, pero se va con su madre y la familia a Vigo.

Hago una mueca.

-¿Qué coño hay en Vigo?

Danny se encoje de hombros.

-Ni puta idea. Pero, sinceramente, pasaba de tirarme diez días con la madre de Helena, sus tíos, sus abuelos y sus primos de séis a doce años. Mis limitaciones son abundantes, es uno de mis mayores defectos.

Suelto un bufido, sonriendo.

-Qué huevos tienes. 

Danny me devuelve la sonrisa, cómplice, y se encoje de hombros nuevamente. 

-Bueno, dado que soy un niño abandonado y tu madre no celebra la Navidad ¿Cenamos juntos en Noche Buena?

Danny lo da por supuesto. Desde hace años, antes incluso de entrar en la universidad, él y yo solíamos cenar juntos en Noche Buena. Sus padres siempre se largan por éstas fechas, o aprovechan para hacer viajes de negocios. Mi madre tomó la postura de no celebrar la navidad desde el momento en que se independizó, así que solo me da unos cien euros el día de Nochebuena y punto. Ni cenas familiares, ni comidas al día siguiente ni nada. A mi me da igual, de todas formas me han acostumbrado a vivir así, y tampoco veo triste pasar las navidades solo. De hecho, siempre estoy solo en vacaciones, y éstas fechas tan solo son una excusa más para tener tiempo libre.

Asiento.

-La cena me parece bien, lo de la fiesta ya tu tía. 

Danny suelta una carcajada.

-Va, que estará lleno de guiris y tal. No me seas seco -dice, sin dejar de reír-. Nos ponemos ciegos a Lambrusco y luego de fiesta a tope. 

-Que no tío, que esos percales no me van -lo corto-. Además, esa noche he quedado. 

Danny alza las cejas, se cruza de brazos y me mira, analizándome. Éste es el momento que prefería reservar para los cinco minutos antes de mi cita de Nochebuena, justo el tiempo preciso para evitar la situación que se va a dar a continuación.

-Es cierto -y sonríe maliciosamente, esa sonrisa maligna. Yo la llamo La Sonrisa de la Muerte-. Que tienes novia. 

Su tono de voz es melódico, casi burlón. Es la primera vez que salgo con alguien sin tener a Danny informado desde el primer momento. Se lo ha tomado un poco mal, la verdad, porque se enteró después de Ruth y siente que lo estoy sustituyendo. 

-¿Por qué no te la traes a casa?

Destaco el hecho de que Danny dice "casa" como si éste piso también fuera suyo. Y recalco que se acaba de autoinvitar a pasar las navidades y se ha infiltrado en mi casa hace menos de media hora. 

-Que cene con nosotros en Nochebuena -imagínate a Danny hablando como tu madre cuando le dices que estás con alguien, pues eso está pasando ahora mismo-. Así la conozco, que no me la has presentado.

-No te hagas la suegra ofendida, vives en Inglaterra, así que no me jodas. 

-Bueno, pero tengo que conocer a tu novia -otra vez el tono malicioso-. Que he visto fotos en Facebook y parece la más decente de todas las que te has pillado. 

-Mira que tienes morro, tío -le suelto, fulminándolo con la mirada-. Ella en Nochebuena cena con la familia de su madre. 

-¿Estado de sus padres?

-Divorciados, custodia materna -le respondo.

Danny asiente, es una aprobación.

-Bien, bien. ¿Tiene hermanos?

-No.

-Bien, que la zorra de Andrea tenía tres, y Silvia dos. Eso es genética conegil y no mola. 

Pongo los ojos en blanco y le doy otro sorbo a la botella de vino. Sabe a rayos, aunque yo ya ni lo noto. Danny se ha pasado las últimas dos semanas preguntándome sobre la nueva mujer de mi vida. Está preocupado, después de merendarse mis tres traumas anteriores, porque no se pueden denominar de otra forma, no se fía de la próxima. Aunque mi instinto me dice que no he de que preocuparme, al menos no hasta que la relación llegue a un punto muerto en un futuro más o menos lejano. Aunque me suelen decir que no tengo ningún tipo de intuición, pero da lo mismo, ésta vez estoy seguro de que sí. No estoy con ninguna loca, o ninguna zorra, o una loca zorra. 

-¿No me vas a dejar en paz con el tema, no? -Le pregunto.

Danny simplemente me mira, sin decir nada.

-Vale, le diré que se pase cuando quede con ella mañana.

Que cruz, ésto es peor que hacer los honores con mi madre. Bueno no, mi madre es mucho peor, bastante peor de hecho. Todo lo malo que puede ser Danny hay que multiplicarlo por cinco y ni así nos aproximamos a la maldad materna. El problema es que ésta vez no es una de mis anteriores novias, que con tal de caer bien hacían cualquier cosa, Guada es... pues así, muy suya.

-Como le toques los huevos te soltará un par que te vas a cagar -le advierto.

Y Danny me pregunta.

-¿En serio?

Yo asiento. Él sonríe, su sonrisa malévola de siempre.

-Pues tengo el presentimiento de que nos llevaremos bien.

Y eso, sin duda, es lo que más me preocupa. 


2 comentarios:

  1. Hey, soy Cata de Chile. ¿Sabes? Siempre me han gustado tus historias. Recuerdo cuando descubrí el mundo de los fanfics y te seguía a morir.¿Los moralmente incorrectos? Uff, eran mis favoritos. Aún los recuerdo como si fuera ayer, lástima que nunca se concretó, y si se hizo, lástima que me lo haya perdido. Como sea, el punto era...¿Cuál era? ¡Ah, sí! Que venía a saludar. Nada más que eso. Han pasado un par de años desde que leí tus escritos, hoy me acordé, te "googlie" y ¡Tadá! Ahí estabas. Saludos :)

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    1. Hola, primero, muchas gracias por todo :) Es bastante fuerte que aguien después de tanto tiempo me busque y, encima, me diga ésto. Sobretodo en el mundo de la red, que todo se olvida muy fácilmente. Gracias por tus palabras, de verdad :)

      Por otro lado, no, Los Incorrectos nunca llegaron a buen puerto. Dejé de escribir historias largas públicamente justo por aquella época, y lo borré todo de la red. Me dio pena la verdad, pero c'est la vie, como se suele decir.

      Gracias nuevamente por tomarte la molestia ya solo de buscarme por curiosidad. Como ves, éste blog no es más que un conjunto de esbozos de hisotiras que, posiblemente, nunca verán la luz. Pero espero que si lees algo te guste, al menos, un poco :) Un besoo!

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