sábado, 21 de abril de 2012

Bucle

Se abre el gran telón de acero de la obra interminable que parece no acabar. Un bucle sin retorno en el que, una vez dentro, cuanto más cerca parece estar la salida más se aleja al mismo tiempo. Gotas de sudor frío recorren una mano temblorosa ante la expectativa de la Guerra Fría, deseando con fuerzas subconscientes y negando con toda su consciencia que nunca estallen las bombas que pueden romper la vidriera roja del corazón. Los minutos pesan sobre el pecho como una carga de acero, el mismo acero frío que le desgarra el alma y le taladra el cerebro constantemente, impidiéndole al aire entrar en sus pulmones y dando via libre a la jaqueca y a los temores. El bucle gira y gira, los problemas no han sido resueltos y el silencio mata la vida que hay a su alrededor. Las heridas fueron cerradas a la fuerza sin ser desinfectadas, y ahora amenazan con extenderse por todo el cuerpo hasta terminar con la vida que una vez hubo en él. ¿Cómo enfrentar fantasmas del pasado si ni pueden verse, oírse o tocarse? ¿Como vencer a los monstruos cuando los ha creado uno mismo? ¿Como salir de un bucle del que, cuando parece haber desaparecido, resulta que nunca se marchó, solo que tu caíste al ojo del huracán? La obra interminable que nunca termina, con cientos de actos distintos y repetitivos, en los que nunca pasa nada más que uno de los personajes, poco a poco, se consume por el acero del telón y la frialdad del público, muriendo poco a poco, ahogándose en las frías aguas de la desesperación.

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